Para el pensamiento medieval, el Mundo se compone de cuatro elementos básicos: tierra, agua, aire y fuego. Estos elementos, debido al constante movimiento y al dinamismo del mundo, buscan complementarse constantemente y están relacionados por sus características. La tierra es seca y fría, como fría, pero húmeda, es el agua. Por esto agua y tierra se relacionan y difieren. El aire es húmedo y caliente y, finalmente, el fuego es caliente, y por ello se relaciona con el aire, y seco, que lo asocia a la tierra.
Estos elementos forman un ciclo en el que la tierra se hace agua, ésta aire, y éste fuego, que acabará siendo tierra para cerrar el ciclo. El ciclo funciona en ambos sentidos. Estas relaciones explican por qué hay lluvia, por qué el granizo acaba siendo agua, por qué hay combustión de los materiales y por qué esto genera humo. Lo sólido (tierra) se hace gaseoso (aire) pero después de ser líquido (agua). Finalmente, todo esto ocurre por el fuego, que supone la energía que provoca los cambios.
Estos elementos forman parte básica del pensamiento medieval, aunque son anteriores, y a través de ellos se explican los fenómenos naturales, entre otras cuestiones.